Bon Jovi representa una época y un estilo, el pop metal de mediados de los 80, que se han revelado inmunes al paso del tiempo. A diferencia de algunos de sus compañeros de generación, y en su momento competidores, como Poison o Mötley Crüe, sus canciones tenían tanto de himnos festivos para un viernes por la noche como de historias de superación al estilo Springsteen y otros héroes de la clase trabajadora. Su debut homónimo de 1984 captura el lado más exuberante de la banda en canciones que, como la irresistible “Runaway”, combinan la irrefrenable fuerza melódica y el anhelo romántico de Jon Bon Jovi con la guitarra enraizada en el hard rock setentero de Richie Sambora. Tras un par de giras como teloneros de Scorpions y Kiss, antecesores del quinteto en su combinación de ganchos pop y riffs panorámicos, 7800° Fahrenheit (1985) y Slippery When Wet (1986) sumaron nuevos clásicos rockeros a su catálogo, “In and Out of Love” y “Livin’ On a Prayer” entre ellos, pero también baladas del calibre de “Wanted Dead or Alive”. New Jersey cerró su era imperial en 1988 destilando las mayores virtudes de la banda en diez canciones sin fisuras y vídeos tan memorables como el de “Lay Your Hands On Me”. Desde entonces, Bon Jovi han sabido madurar con elegancia entre coqueteos con el country (“Lost Highway”), recordatorios de su talento para el rock de impacto instantáneo (“It’s My Life”) y álbumes tan acordes con su época como el reflexivo This House Is Not For Sale de 2018, ya sin Sambora.