La delicada versión de Gould de las Variaciones Goldberg se convirtió inadvertidamente en su pieza característica, hasta el punto de que los primeros compases de la dulce aria de Bach están tallados sobre la tumba del pianista canadiense. Nacido en Toronto en 1932, Gould se dio a conocer con su primera grabación de las Goldberg en 1955. Pese a que generalmente se asocia con las obras de Bach y Beethoven, tocó y grabó música de una amplia gama de compositores, incluyendo a Schoenberg, Mozart y los virginalistas ingleses, de los cuales formaba parte Gibbons, su favorito. Su extensa discografía creció en gran medida porque se retiró de los escenarios a los 31 años, al preferir el nivel de control disponible en los estudios de grabación, hasta su muerte en 1982. Su desinterés por los conciertos, combinado con los extraños rituales que practicaba antes de tocar, hicieron que fuera catalogado como un excéntrico. Prefería tocar sentado en su silla baja favorita (alojada ahora en la Biblioteca y Archivos de Canadá) y usaba guantes en todas las estaciones para proteger sus manos. También inventó la existencia de alter egos como Sir Nigel Twitt-Thornwaite y Theodore Slutz, cuyas críticas musicales divirtieron y exasperaron a las altas esferas del mundo musical. Quizás la peculiaridad más singular de Gould era su tendencia a tararear y cantar mientras tocaba el piano, un gesto que distrajo y encantó a sus escuchas en igual medida.