Durante años, Grigory Sokolov como un tesoro escondido, un pianista para conocedores, destacado por sus interpretaciones profundamente cautivadoras de programas idiosincrásicos con música que iba desde Couperin hasta Schoenberg. Ha evitado el estudio de grabación por mucho tiempo y sus discos son, en su mayoría, grabados de presentaciones en vivo. Para Sokolov, nacido en Leningrado en 1950, la música fue una vocación desde muy joven. Su prodigioso talento fue reconocido cuando sorpresivamente fue el ganador del Concurso Internacional Tchaikovsky de piano en Moscú en 1966. Tenía sólo 16 años y era prácticamente un desconocido. Sus grabaciones en vivo comenzaron a distribuirse en Occidente a partir de 1991 y en 2014 Deutsche Grammophon anunció un contrato exclusivo, una muestra de la estima que se tiene a Sokolov. Destacan de su catálogo varias ejecuciones soberbias de Chopin, especialmente una gloriosa presentación en vivo de los Preludios (1839) grabada de una presentación en 1990 y publicada finalmente en 2001, notoria por su enfoque exploratorio, su interés en la textura y su equilibrio lírico. Sokolov toca el Concierto para piano n.° 1 de Tchaikovsky (1875) y el Concierto para piano n.° 3 de Rachmaninoff (1909) con una habilidad envolvente. Sin embargo, también sobresale en el delicado refinamiento del repertorio barroco francés, mismo que ha reinventado creativamente. Sus tempos son a menudo inusualmente amplios, pero son siempre entregados con una intensidad y una visión convincentes. Pocos músicos tienen su capacidad para habitar los mundos expresivos de varios compositores de manera tan completa, con interpretaciones que son altamente personales sin sentirse artificiales. Escuchas al compositor, pero no confundirías a Sokolov con nadie más.