La historia de los madrileños Vetusta Morla tiene algo de fábula sobre el poder de la perseverancia. Inspirada inicialmente por unos Radiohead que terminaron los 90 en estado de gracia, la banda se formó en 1998 alrededor de un grupo de compañeros de instituto en Tres Cantos. Lo que siguió fueron diez años de conciertos febriles, triunfos en festivales y el continuo desinterés de las multinacionales, entonces abrumadas por el fenómeno Operación Triunfo, y las independientes, centradas en propuestas de espíritu más minoritario. En 2008, decidieron formar su propio sello, el todavía activo Pequeño Salto Mortal, para publicar Un Día en el Mundo, un debut de indie rock accesible y audaz al mismo tiempo que les valió el reconocimiento como artista revelación en los Premios de la Música. Su sonido ha continuado evolucionando en paralelo con unas letras cada vez más cuidadas, como demuestran los exquisitos Mapas (2011) y La Deriva (2014). El espíritu independiente de la banda se refleja también en proyectos poco habituales en la escena española, quizás ninguno tan interesante como la creación de la música del videojuego Los Ríos de Alice. Sus trabajos más recientes, el expansivo Cable a Tierra de 2021 y la banda sonora de La hija de Manuel Martín Cuenca, capturan a Vetusta Morla a medio camino entre la plenitud de un estilo en el que ya no se detectan influencias ajenas y una vena experimental que los acerca a la vanguardia.