Hay un momento mágico en Songwriter, el documental de Apple Music sobre Ed Sheeran, en el que su protagonista, aún bajo los efectos del jet lag y con una taza de té en la mano, sale al jardín de una casa en Malibú al amanecer, se sienta con su laptop y empieza a escribir una canción sobre lo que tiene frente a él en ese momento: el aire fresco, el trino de un pájaro, el té caliente y un día entero por delante. Escribe una estrofa y luego se detiene. “Las canciones son cosas extrañas”, dice con una sonrisa. “Van y vienen. Y nunca avisan”. A Sheeran le llegan con la precisión de un reloj suizo.Nacido en la ciudad inglesa de Halifax en 1991, empezó a tocar en bares antes de grabar +, su álbum debut, en 2011. Desde entonces, se ha convertido en uno de los cantantes y compositores esenciales de la escena actual, con varios álbumes que combinan folk, pop, hip-hop y dance de una forma tan luminosa en su superficie como sincera en su interior: íntima y universal al mismo tiempo. Como solista (“Sing”, “The A Team”, “Shape of You”, “Perfect”) tanto como en sus colaboraciones con Taylor Swift, Eminem, Justin Bieber y otros artistas, Sheeran tiene un talento singular para dar con canciones a la vez agridulces y triunfales, como la historia del romántico perdido que consigue convencerte de que en el fondo tiene razón. En 2017, fue condecorado con la Orden del Impero Británico y, en un gesto espontáneo de humanidad, apretó el brazo del príncipe Carlos más allá de los protocolos. La verdad es que el carácter de este músico es redondo.