La sinceridad, claridad y perfección en la expresión fueron las consignas autoproclamadas de Gabriel Fauré, cuyo rango abarcó la música de Berlioz, Schumann y Chopin en un extremo y el radicalismo de Arnold Schönberg en el otro. Su vida creativa estuvo marcada por la guerra franco-prusiana y la Primera Guerra Mundial. Nacido en en 1845 en Pamiers, Francia, Fauré se formó como músico de iglesia en París. Su obra más popular es el Réquiem, iniciada en 1887 y modificada posteriormente durante más de una década. Pero su música para piano incluye nocturnos y barcarolas (trece de cada tipo), que trazan la evolución desde el encanto de los primeros trabajos hasta la complejidad y la densidad armónica de las obras tardías. Esa intensidad estilística quizá pueda atribuirse a la creciente sordera de Fauré. La ópera Pénélope de 1913 tuvo una acogida desigual, pero sus canciones, muy apreciadas por Ravel, son una piedra angular de la tradición de la mélodie francesa. Su rica colección de música de cámara, que va desde sonatas a dúo hasta cuartetos y quintetos para piano, revela una voz inmediatamente reconocible, urbana, sofisticada y flexible. El Cuarteto de cuerda, un canto de cisne oscuro e introspectivo y única incursión de Fauré en el género, fue completado justo antes de su muerte en 1924.