Un técnico maestro y un mago del sonido, Eugene Ormandy ha sido eso, pero también mucho más. El renombrado director de orquesta y violinista húngaro-estadounidense nació en Jenő Blau en Budapest en 1899. El prodigio musical probó una variedad de empleos en el ámbito musical como instrumentista, concertista y profesor antes de afianzarse en la dirección, tras establecerse en Estados Unidos en 1921. Pero su carrera despegó realmente en 1936, cuando asumió el puesto de director adjunto al lado de Leopold Stokowski de la más tarde legendaria Orquesta de Filadelfia. Dos años después, se convertiría en su único director musical, posición en la que se mantuvo por 42 años, y prosiguió laborando con esta hasta casi su muerte en 1985. Pocos directores han logrado mantener un mandato ininterrumpido tan largo en una orquesta. Como consecuencia, Ormandy elevó el nivel de su orquesta hasta el punto de ser comparada constantemente con la internacionalmente célebre Filarmónica de Berlín. La crítica y sus colegas llegaron a preguntarse si su dirección era más que excelencia técnica y un sonido cultivado bellamente. De igual manera, recibió la admiración de figuras como el archirromántico Rachmaninoff y el archimoderno Schoenberg. Además de destacar en la música romántica tardía, fue un incansable defensor de la música contemporánea, tanto europea como estadounidense.