Discípulos aventajados del culto cannábico, los británicos Electric Wizard llevan el espíritu de Tony Iommi al siglo XXI en el demoledor Dopethrone. Con una producción que potencia las bajas frecuencias hasta poner a prueba la resistencia de los altavoces, el trío esculpe riffs monolíticos que, como el caballo de Atila, destruyen toda vida a su paso. La intensidad doom de “Funeralopolis” y la impenetrable oscuridad de “Dopethrone” son testimonios definitivos de la fuerza telúrica de una guitarra, un bajo y una batería.