La crítica especializada se enamoró de las grabaciones que realizó Böhm de las óperas de Mozart, Wagner y Richard Strauss, especialmente luego de su fallecimiento en 1981. No hay duda de que su notable capacidad para elegir grandes cantantes contribuyó a su éxito. Pero Böhm, que nació en Graz, Austria, en 1894, se mantuvo también fiel al espíritu de la tradición austroalemana. Sus estudios con Mandyczewski, gran amigo y socio musical de Brahms, enriquecieron esa sensibilidad, y hay una notable belleza y fraseo expresivo en sus mejores interpretaciones; ya sea óperas, o las sinfonías de Beethoven, Schubert y Bruckner. El estilo de Böhm como director de orquesta era sobrio y discreto y quizás hubo algo de motivación política en esto. Durante los primeros años del tercer Reich, Böhm expresó su admiración por Hitler, algo que en Alemania lo favoreció profesionalmente. Aunque nunca se alió al partido nazi y continuó trabajando con directores y diseñadores que se oponían al nazismo. Fue también un importante defensor de las óperas modernistas de Berg: Wozzeck y Lulu. En el presente, muchas de sus grabaciones siguen siendo favoritas de la crítica.