Jules Massenet fue el principal compositor de ópera de Francia durante la Belle Époque, un periodo de gran optimismo cultural y tecnológico que se vio truncado por el estallido de la Primera Guerra Mundial. Su talento para la melodía radiante y la exuberancia armónica adornó una notable serie de más de 30 obras, entre las que destacan dos éxitos instrumentales: la música de ballet de Le Cid (1885) y la “Méditation” de Thaïs (1894), dirigida por un violín. Massenet nació en Montaud en 1842 y tras recibir clases de su madre, que era música aficionada, fue admitido en el Conservatorio de París a los 11 años. Aunque era un brillante pianista, sus experiencias tocando la percusión en orquestas de teatro encendieron su llama creativa. Su primer hito importante se produjo en 1884 con la ópera Manon, seguida en 1892 por Werther. El incurablemente modesto Massenet pasó muchos de sus estrenos operísticos en casa con su familia, aunque nunca le faltaron fans, incluso cuando Debussy y Ravel acaparaban todos los titulares hacia el final de su vida. Murió en 1912, a los 70 años.