La primera vez que se escuchó el pop aflamencado de Manuel Carrasco fue cuando ocupó el segundo lugar en la temporada 2002-2003 del programa Operación Triunfo. La voz honda y emotiva del onubense conectaba con la tradición en una época de éxitos fugaces y artistas pegados a las tendencias del momento. Para Quiéreme, su debut de 2003, contó con las colaboraciones de compositores como Ketama y Pancho Céspedes. En el trabajo homónimo que lo sucedió un año después, Carrasco ya figuraba como autor de todas las canciones y sentaba las bases de un estilo que ha mantenido a lo largo de las dos décadas siguientes con letras cuidadas, baladas de gran intensidad emocional y guiños a la rumba y los palos flamencos del suroeste andaluz. Al tiempo que publicaba álbumes de creciente sofisticación, recorría España y Latinoamérica en giras multitudinarias. La producción del argentino Cachorro López sumó elementos del rock y sonidos urbanos a Inercia (2008), quizás el más latino de sus proyectos. En 2018, La Cruz del Mapa, grabado en Abbey Road con algunos de los instrumentos que The Beatles usaron a finales de los 60, marcó un punto de inflexión con canciones como “Déjame Ser” o “Qué Bonito Es Querer”. Su último trabajo, el íntimo Corazón Y Flecha (2022), lo embarcó en la mayor gira de su carrera, con el que consiguió batir récord de público al reunir a cerca de 75 000 personas en el estadio de La Cartuja.