El tono luminoso y optimista del tercer álbum de Imagine Dragons tiene mucho que ver con el estado de ánimo del cantante Dan Reynolds, que por fin empezaba a dejar atrás una depresión que lleva años atravesando. Cubiertas por una reluciente capa electrónica, las canciones de Evolve ponen un pie en el rock alternativo de los 90 y otro en el rock de los grandes estadios, puños en alto y mecheros al viento. La banda conjura una energía incontenible que estalla en estribillos tan redondos como los de “Thunder” o la imborrable “Believer”, y hasta los momentos más introspectivos despiden una contagiosa electricidad.
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