Tyler, The Creator (Los Ángeles, 1991) aterrizó en la escena en 2008 con un espíritu provocador que ocultaba una de las mentes más creativas del hip-hop del siglo XXI. En pocos años, su visión sarcástica, introspectiva y surrealista había abierto un nuevo paradigma en el género y se extendía en colaboraciones, proyectos visuales, series de televisión y hasta una línea de ropa. Tras fundar el colectivo Odd Future en 2007, debutó oficialmente en 2011 con Goblin, un turbulento paisaje sonoro en el que se coronaba como fascinante antihéroe. Wolf (2013) y Cherry Bomb (2015) mantienen la tensión psicológica y añaden nuevos ingredientes a la receta, del soul jazzístico de “FIND YOUR WINGS” a los aires latinos de “Tamale”. Sus canciones eran retratos oscuros de la psique humana, pero en la música cabían todos los colores del arcoíris. Flower Boy (2017) le valió una nominación al Grammy y marca su paso decisivo a la edad adulta. Como Kanye y Pharrell antes que él, Tyler se sirve de una nueva realidad, desde la sexualidad fluida hasta el caleidoscopio de internet, para expandir el vocabulario del hip-hop. Las canciones de IGOR, su álbum de 2019, supusieron un punto de inflexión aún mayor con su tono desnudo y confesional. Dos años después, CALL ME IF YOU GET LOST: The Estate Sale situó su música en un contexto panorámico en el que caben el boom bap, el R&B de los 90 y los ritmos jamaicanos. Desde entonces, ha mantenido un enigmático silencio, pero si algo nos ha enseñado Tyler en la última década es que las mayores sorpresas siempre están a la vuelta de la esquina.