Con una impecable trayectoria de casi medio siglo, los británicos Depeche Mode forman parte de la banda sonora vital de varias generaciones y han logrado establecer un antes y un después en el devenir de la música pop a nivel mundial. Fueron pioneros en situar el sonido sintético en el corazón de su identidad musical y, en apenas una década, lograron llenar estadios con la electrónica venida de los clubes underground del Londres de principios de los 80. Sus inicios hay que buscarlos en la escena new romantic y están marcados por el electropop juguetón y vivaz de álbumes como Speak and Spell (1981) o A Broken Frame (1982), con éxitos perdurables como “New Life”, “Just Can’t Get Enough” o “See You”. Sin embargo, la banda pronto decidió explorar derroteros más oscuros y atmosféricos a partir del clásico Black Celebration (1986), un álbum colosal que representó un punto de inflexión en su carrera. Paradójicamente, esos tintes sombríos fueron los que les reportaron el éxito masivo en Europa y más allá, culminando con álbumes como Violator (1990), un hito de la electrónica de los 90. Si bien las desavenencias internas y el abuso de sustancias estuvieron a punto de hacerlos descarrilar en multitud de ocasiones, los británicos se han mantenido inamovibles mientras su sonido, en constante evolución, ha sabido adaptarse perfectamente a los tiempos, logrando sonar tan genuinos hoy como hace décadas.