Con su mezcla de rock de estadio, melodías pop y texturas electrónicas, Imagine Dragons es una de las bandas que mejor define el crisol de estilos de la escena alternativa en la última década. Fundado en Las Vegas en 2008, el entonces quinteto grabó tres EP independientes que le valieron un contrato con la filial de Universal, Interscope. Su debut de 2012, Night Visions, los presentaba como artistas de largo alcance, capaces de compaginar arreglos folk con guitarras en ebullición, versos rapeados y estribillos de irresistible gancho melódico. El éxito casi instantáneo de los singles “It’s Time” y “Radioactive” hacía tentadora la idea de repetir la jugada en su segundo álbum, pero la banda decidió desnudar sus canciones de adornos electrónicos en el visceral Smoke + Mirrors. Escrito en los meses posteriores a que el cantante Dan Reynolds superara una depresión que se agudizó tras la gira mundial de 2015, Evolve capturó a Imagine Dragons en su versión más expansiva, y canciones como “Thunder” y “Start Over” parecían haberse escrito directamente para sonar en conciertos multitudinarios. Un año después, avanzaron en la misma dirección con Origins, su cuarto álbum y, en muchos sentidos, el fin de una era. Los dos volúmenes de Mercury, aparecidos en 2021 y 2022, formaron un ambicioso ciclo conceptual marcado por la introspección fruto de la pandemia, así como por la muerte de la hermana y el mejor amigo de Reynolds. Sin embargo, en el segundo acto la banda encuentra la luz al final del túnel, fiel a su visión esperanzada de la existencia.