Si hay algo que define la carrera de Miley Cyrus es su inquietud artística, la misma que la ha llevado de estrella de Disney a icono mundial. Hija del ídolo del country Billy Ray Cyrus, Miley pasó toda su adolescencia en el punto de mira como protagonista de la serie Hannah Montana, uno de los grandes fenómenos de los 2000. En 2009, “Party In The U.S.A.” anunció su aterrizaje como estrella adulta con una melodía pop imborrable y ecos de reggae. Tras un par de años en los que protagonizó La última canción junto a Liam Hemsworth y LOL con Demi Moore, se reinventó con Bangerz (2013), un álbum inspirado en el rap sureño más febril y la prueba definitiva de que había encontrado un espacio propio en la escena. Más allá de la efervescencia de sus mejores canciones, Cyrus ha definido un nuevo arquetipo de estrella del pop con una voluntad insobornable de definir su sexualidad en sus propios términos y sin miedo a expresar opiniones sobre las cuestiones más espinosas. Esa misma audacia la llevó a colaborar con los muy psicodélicos The Flaming Lips para explorar nuevos caminos en el ambicioso Miley Cyrus & Her Dead Petz de 2015. Younger Now (2017) tiene algo de regreso a las raíces en sus ecos country, pero su sucesor, el humeante Plastic Hearts de 2020, recupera el filo del glam rock y la new wave más guitarrera en himnos de efecto inmediato. Una gira mundial y varios proyectos televisivos después, Endless Summer Vacation divide canciones que van del dance al synthpop y el rock de guitarras en una mitad diurna y otra nocturna.