Aunque sus orígenes se remontan a finales de los años 70, el dancehall jamaicano se mantuvo en la periferia del pop hasta que Sean Paul, nacido en Kingston en 1973, lo situó en el centro de la escena global a comienzos del siglo XXI. Su debut, Stage One, reúne los sencillos que grabó con el productor Jeremy Harding entre 1996 y 2000 y establece las señas de identidad de su estilo: estrofas recitadas en el inconfundible “toasting” de Kingston, ritmos reggae acelerados y estribillos pop que llegan casi por sorpresa. Dutty Rock lo convirtió en una estrella más allá de los géneros gracias al éxito de “Get Busy”, un rompepistas que volvería a la actualidad dos décadas después como hit viral. Los álbumes que ha publicado desde entonces han ido introduciendo nuevos ingredientes en una receta que se mantiene tan fresca como el primer día, del raga y el hip-hop que asoman en The Trinity (2005) a las melodías electropop de Tomahawk Technique (2012). Desde entonces, la influencia del dancehall en el reggaetón y el afrobeats ha vuelto a situar al artista en primera línea, y sus colaboraciones con Sia (“Cheap Thrills”), Dua Lipa (“No Lie”) y Clean Bandit (“Rockabye”) han llevado su música a una nueva generación.