En los 80, Daryl Hall y John Oates tocaron el cielo del mainstream gracias a singles como "I Can't Go For That (No Can Do)" o "She's Gone", píldoras pop de melodía instantánea y memorable, arreglos destellantes y un sofisticado toque de funk adulto. Habían estado trabajando duro para que llegara ese momento: formados a finales de los 60, dedicaron los diez años siguientes a publicar discos en los que tocaban todos los palos, del rock al R&B. Poco a poco, todo ello les fue llevando a la fórmula suave y acolchada que describe el sonido más transversal y masivo del pop adulto.