Camille Saint-Saëns, prodigio musical y polímata, nació en París en 1835. Empezó a componer desde los tres años, tocó el Concierto para piano no. 3 de Beethoven en público a los 10, e ingresó al Conservatorio de su ciudad a los 13. Su Sinfonía no. 1 (1853) provocó elogios por parte de Liszt, quien lo llegó a considerar el mejor organista vivo. Las décadas posteriores consolidaron su prestigio como compositor, pianista y organista, a menudo de forma simultánea, como en su Concierto para piano no. 2 (1868) y la Sinfonía no. 3 (con órgano) que él consideraba su mayor logro. Saint-Saëns compuso en todos los géneros musicales principales, pero de sus 12 óperas, sólo Sansón y Dalila (1877) ha tenido un éxito duradero. Tal fue su control sobre todos los aspectos de la composición que su música parece adolecer de espontaneidad. Sin embargo, numerosas piezas suyas muestran un toque más ligero, como la ópera en un acto La princesa amarilla (1872), el poema sinfónico Danza macabra (1874) y la suite El carnaval de los animales (1886), cuyo contagioso humor lo llevó a prohibir su publicación en vida. El evocador Concierto para piano no. 5, “El egipcio” (1896) refleja sus viajes por el norte de África, mientras que las sonatas para oboe, clarinete y fagot de su último año de vida exhiben su maestría técnica desplegada en una música de aplomo clásico y elocuencia. Su muerte, en 1921, provocó uno de los funerales de Estado más notables de París.