Yuja Wang ha desarrollado su carrera interpretando las selecciones más complejas y desafiantes del repertorio romántico ruso. Aborda el Primer concierto para piano de Tchaikovsky (1875) con una brillantez feroz, exhibe una gracia extraordinaria al asumir la profundidad y el dinamismo del Tercero de Rachmaninoff (1909) y se arriesga y asombra ante la facilidad con la que triunfa ante los desafíos técnicos del Tercero de Prokofiev (1921). Cualquiera que sea el repertorio, su agilidad fenomenal se destaca. Nacida en Pekín en 1987, de madre bailarina y padre percusionista, estudió en el Conservatorio Central de Música de Pekín antes de mudarse en su adolescencia a EE. UU. para aprender con el pianista Gary Graffman, entonces director del Curtis Institute en Filadelfia. Graffman era famoso por aceptar sólo a los mejores talentos y Lang Lang estaba entre sus estudiantes. El desembarco internacional de Wang se produjo a la edad de 20 años, cuando reemplazó a Martha Argerich en cuatro presentaciones como solista con la Orquesta Sinfónica de Boston bajo la dirección de Charles Dutoit, interpretando la Primera de Tchaikovsky y deslumbrando a la audiencia con su pirotecnia pianística. Dos años más tarde, firmó en exclusiva con Deutsche Grammophon. Junto a Dutoit y Valery Gergiev ha demostrado su facilidad con Mozart, tocando el Concierto para piano n.º 9. Entre los aspectos más destacados de su repertorio contemporáneo se incluye el concierto para piano de John Adams de 2019 titulado Must the Devil Have All the Good Tunes?, que estrenó y grabó con la Filarmónica de Los Ángeles bajo la dirección de Gustavo Dudamel.