The Dark Side of the Moon

The Dark Side of the Moon

The Dark Side of the Moon es como la pubertad: puedes tener una opinión sobre ella, pero igual te va a tocar vivirla. Diseñado como un viaje sonoro a través de la experiencia humana, el álbum no solamente marcó una nueva cumbre para las ambiciones del rock, sino que también mostró que un disco complejo y por momentos esotérico podía tener éxito en el mercado. A partir de su lanzamiento, quedó demostrado que la música comercial puede ser mucho más de lo que se creía. Y es que el pop, aun después de The Beatles, se apoyaba en elementos ligeros y accesibles, pero la propuesta del Dark Side es sustanciosa y valiente. Se parece a una novela o una ópera, con temas que se suceden el uno al otro, enmarcados por el sonido primordial de la condición humana: un corazón que late. Si lo comparamos con otros discos de rock importantes de esa década, el Dark Side marcó un cambio al evadir el fulgor extrovertido de The Rolling Stones por una vibra más íntima, privada y menos exuberante, aunque quizás más profunda. Por su parte, el Led Zeppelin IV se volcaba hacia afuera, mientras que el Dark Side proponía una exploración interior. Su sonido es dramático y ambicioso, pues busca tocar la topografía del espíritu. Aunque fue resultado de la evolución musical de Pink Floyd, que ya venía desarrollando su lado rebelde y experimental (Atom Heart Mother, Meddle), el proyecto resultó un parteaguas con el que la banda alcanzó una nueva claridad y espíritu crítico. Aborda temas como la codicia (“Money”), la locura (“Brain Damage”, “Eclipse”), la guerra y la polarización social (“Us and Them”), de forma concisa y directa, que hace que el mensaje llegue a todo el mundo. El baterista Nick Mason comentaría después que fue la primera vez que la banda se sintió tan satisfecha por las letras de los temas, escritas enteramente por el bajista Roger Waters, que las incluyeron en la carátula del disco. Para ser uno de los LP más legendarios del rock, lo “rockero” o pesado es lo que menos destaca en el Dark Side. Más bien, el disco enfatiza las texturas y los sentimientos con una serie de elementos que encajan a la perfección: desde el piano jazzero y nostálgico de Rick Wright, hasta los collages de voces y sintetizadores que por momentos crean un sonido ambient y dub. Todo esto no quiere decir que el álbum no sea intenso, pues la banda se abre y lo da todo en temas como “Any Colour You Like” y “The Great Gig In the Sky”, famoso por la extática voz de la cantante. En efecto, este álbum sentó un precedente y gracias a él fueron apareciendo creaciones artísticas y experimentos post-psicodélicos, como el OK Computer de Radiohead en los 90, o el trabajo más reciente de Tame Impala. Pero no sólo eso: también representa el punto de partida en que el rock se fusionó con la electrónica, un híbrido que todavía suena vibrante cinco décadas después. Todo un viaje anclado en las raíces más humanas, pero con un sonido que parecía llegar del futuro.

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