Ningún artista de la actualidad ha personificado la provocación con más audacia que Stefani Joanne Angelina Germanotta (Nueva York, 1986). Lejos de atarse a una imagen, puede llevar un vestido de carne cruda a los premios MTV y al día siguiente un abrigo de peluches de la Rana René en la televisión alemana.En cierto sentido, su identidad creativa ya se había cristalizado cuando cumplió los 21, dejando atrás un pasado como pianista infantil, actriz y bailarina. Cada una de estas facetas dio origen a los elementos más singulares de su carrera: la fascinación por la fama de sus dos primeros lanzamientos (The Fame en 2008 y The Fame Monster en 2009), el ánimo subversivo de Born This Way (2011) y ARTPOP (2013), el sincero homenaje de su álbum de estándares del jazz con Tony Bennett Cheek to Cheek (2014), los aires campestres de las canciones que escribió para Joanne en 2016 y la luz iridiscente al final del túnel de Chromatica en 2020. Si en “Paparazzi” disfrutaba bajo la luz de los flashes, en “Born This Way” celebraba la luz interior. Al transformar una identidad difusa en arte capaz de conquistar el mundo, Gaga se ha convertido en un símbolo para cualquiera que se haya sentido al margen. Su fieles, conocidos como Little Monsters, han establecido una conexión profunda con su mensaje de amor a uno mismo y expresión personal a pesar de la naturaleza pasajera del pop y el exterior camaleónico de la artista. En 2018 simplificó su camino a la fama en la película Nace una estrella. Sin embargo hay una diferencia crucial: mientras que su personaje ascendió a la cumbre con ayuda de su amante, Gaga ha recorrido ese camino por su cuenta.