El pianista estadounidense Emanuel Ax es un intérprete cautivador: un maestro inspirador, un colega generoso y un entusiasta amante de la música. Un músico de músicos, quizás, pero también un comunicador estimulante y un gran pianista con un rico legado, sobre todo en la música de cámara. Nació en 1949 en Lviv, Ucrania (en la que entonces era la Unión Soviética), de sobrevivientes judeopolacos del Holocausto. Posteriormente, su familia y él se mudaron y finalmente se establecieron en Nueva York en 1961. Ax estudió en Juilliard, donde ahora enseña, y se convirtió en ciudadano estadounidense en 1970. Desde 1973, ha hecho dupla con el violonchelista Yo-Yo Ma y han grabado gran parte de su repertorio en violonchelo/piano. La creación musical compartida (colaboraciones de cámara y conciertos) siempre ha sido una parte central de la vida laboral y el catálogo de Ax. Aunque es un apasionado defensor de la nueva música y ha llevado a cabo las primeras interpretaciones de obras escritas para él por John Adams, Christopher Rouse y Krzysztof Penderecki, la mayor parte de sus grabaciones consisten en un repertorio básico que incluye a Haydn, Beethoven, Chopin y Brahms. Su forma de tocar deja la teatralidad excesiva a otros (está más cercano en espíritu de Rubinstein que de Horowitz). Sin embargo, su Chopin captura la nobleza aristocrática de la música con un barrido retórico que abarca todo; su Haydn irradia elegancia, drama e ingenio; mientras que su Brahms es magnífico y afectuoso.