Se podría considerar a Dietrich Fischer-Dieskau como el gran maestro del lied, género arraigado en la tradición de la lírica alemana. Este extraordinario barítono estuvo tan comprometido con su oficio que podía transformar un tema breve de Schubert en una ópera miniatura. En su extensa carrera pudo interpretar muchos de los personajes principales de la historia del género creados por los más grandes compositores como Mozart, Strauss, Wagner y Beethoven. Nacido en Berlín en 1925, desde niño tomó clases de piano y canto, pero su adolescencia coincidió con la época de guerra. A los 17 años, durante su debut en su ciudad natal, fue interrumpido por los bombardeos de la Fuerza Aérea Real de Reino Unido mientras interpretaba el ciclo Viaje de invierno de Schubert. Quizá esa experiencia le dejó huella, pues grabó ocho veces esa obra en su amplia producción. Su vasto legado discográfico abarca gran parte del repertorio de canciones de Schumann, Brahms, Strauss, Wolf, Mendelssohn y, por supuesto, Schubert. También grabó muchos de sus papeles operísticos: el Conde de Fígaro; Don Giovanni y Kurwenal, el criado de Tristán, de Tristán e Isolda de Wagner; e incluso Don Pizarro y Don Fernando de Fidelio de Beethoven. Su curiosidad y atrevimiento no lo confinaron a las obras de los maestros clásicos, sino que tuvo acercamientos a composiciones contemporáneas como el Réquiem de guerra de Benjamin Britten. Este fue escrito en 1962 para él junto al tenor inglés Peter Pears y la soprano rusa Galina Vishnevskaya como símbolo de reconciliación en la Guerra Fría. Aunque Vishnevskaya no pudo estar en el estreno durante 1963, sí forma parte de la grabación. El día de Año Nuevo de 1993 se retiró de los escenarios, aunque su curiosidad se mantuvo activa como profesor e incluso, esporádicamente, director de orquesta. Murió a los 86 años en 2012.