En muchos sentidos, Chopin quizás sea el compositor para piano perfecto. Lo sabía todo sobre el instrumento, desde sus capacidades técnicas hasta el potencial musical que encierra. Compuestos entre 1827 y 1846, sus nocturnos no son las partituras más exigentes que escribió, pero se han mantenido como joyas del repertorio pianístico, desbordantes de emoción y con melodías tocadas por la varita mágica del compositor. El pianista italiano Maurizio Pollini, sumo sacerdote de Chopin, reveló aquí la refinada belleza de cada uno de ellos con irresistible naturalidad.
Disco 1
Disco 2
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