Pocas artistas han causado mayor impacto en el hip-hop del siglo XXI como Nicki Minaj. Onika Tanya Maraj-Petty nació en Trinidad y Tobago en 1982 pero creció principalmente en Nueva York, donde estudió en la prestigiosa LaGuardia High School of Music & Art and Performing Arts (el instituto que inspiró la película Fama) antes de emprender una carrera como actriz, un pasado que se hace evidente en la vena dramática de sus canciones. Cumplidos los veinte años y ya metida en el rap, Minaj se convirtió en una de las mayores estrellas del universo Young Money de Lil Wayne. Su música, cambiante, feroz, exagerada y a menudo habitada por las voces y alter egos más extravagantes, es capaz de romper corazones ("Super Bass") y volar cabezas por igual (por ejemplo, en “Monster”, un tema de Kanye West de 2010 en el que eclipsa a West y a JAY-Z). Su eléctrica presencia también ha hecho de Minaj un arma secreta de la escena pop, tan cómoda compartiendo créditos con David Guetta y Justin Bieber como con Ludacris y Future. Además de su gran éxito, ha contribuido a que el rap y su público vayan más allá del áspero realismo callejero para encontrar espacios más lúdicos pero no menos auténticos. En una diatriba contra la hipocresía a la que se enfrentan las mujeres en la industria, Minaj dijo a MTV: “Tienes que ser una bestia. Es la única manera de que te respeten”.